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Adiós amigos

23 agosto 2012

«Adiós amigos», titularon los Ramones su último disco. Habían vivido una gran aventura punky de casi 20 años, viajando por todo el mundo y tanto llenaban un estadio como tocaban en una mierda discoteca murciana.Yo, como ellos, hoy también me despido y, aunque infinitamente más modesta que la suya, la mía fue también una aventura.

Adios Amigos Disco

Es de muy cracks despedirse con una portada de dinosaurios mexicanos

Esta es mi despedida de este blog, pero también de las razones que lo motivaron en su inicio. Me marcho lejos, abandono Coruña, lugar que me ha adoptado durante este período que ha sido la universidad. Y no podré volver jamás. Sí al sitio, pero no a mi vida, a estos 6 años de provechosa derrota continua y sabrosísimas victorias puntuales.

En 2006 me fui a Coruña a estudiar. Siempre había imaginado mi vida universitaria como una magnífica epopeya, pero al final, el héroe homérico se quedó en personaje del 13 Rue del Percebe. Es el resultado final, en cualquier caso, una historia para ser contada. Un viaje por lo físico y lo personal de 6 años de duración. Tal vez no más espectacular que el que haya vivido cualquiera de los 18 a los 24, pero yo sólo conozco el mío y ha valido mucho la pena.

En realidad digo adiós cosas a las que ya se lo he dicho, pero como creo que forman parte del conjunto que dejo, lo vuelvo hacer. Adiós a la residencia, lugar de los primeros años, lugar del todo vale, de hacer cosas con la unica razón de «porque nadie me lo va a impedir». Lugar de la camaradería, de amores que piensas que ya no son juveniles, de responsabilidades traidoras que aparecen en la cara de tus padres.

Adiós a los proyectos locos de quien se cree inmortal. Los Such as Mice, viajeros suicidas, mártires pagafantas de tirar antes de usar. Fui uno de ellos, el tío raro del bajo. Ya nunca jamás me podré permitir el lujo de botar un barco sólo porque quiero ver como naufraga.

Adiós a los jueves del humor o la señora gorda. A ponerme una pajita como si fuese un micro manos libres. A carreras de caballitos en invierno por la playa. A bailar al amanecer sin ganas para hacer tiempo hasta que pase el 24. A tintineo en bolsas, a las cuentas de la vieja y las fotos de las chicas. A pedir pases para el playa.

No se como abordar mi despedida de CUAC FM. Entré a ver que pasa y me inundó la sensación de poder crear, jugar. De ser quien yo quería ser. Como el niño pequeño que descubre el Lego, de pronto, todo era posible. Tan sólo había que encontrar el cómo, ningún problema para quien, como nosotros, disfrutaba con la búsqueda.

CUAC

CUAC FM, 103.4… A saber la de veces que repetí eso en antena

Siempre fue un termómetro sincero sobre mi felicidad y, al igual que ésta, terriblemente/interesantemente irregular. Por razones que no acierto a adivinar, nunca pude separar al 100% los temas de la radio y los personales. Me divertí en Hasta los Kinders, me lo tomé en serio en Periscópicos (programa que originó este blog) y me lo tomé demasiado en serio en Que no es poco. Poca cosa dejé sin experimentar.

Como el policía que entrega la pistola y la placa en las películas, yo entregué las llaves de mi piso a mi casero. Un lugar al que pude llamar hogar sin sonrojarme. Abandono las sorpresas en forma de personaje en cada habitación, las partys de viciadas, los pizzeros extraviados, l@s que se quedaron a dormir y les dio pena marchar a la mañana siguiente. Tender la ropa bailando con los cascos puestos.

Adiós a los amigos de «habla en bajo o nos echan de la biblio», la fauna de la cafetería, los de quedar para hacer la práctica, mis compañeros de piso, mis amigos de la facultad y de fuera. Los que se quedaron hasta el final y los que se marcharon. Los de la radio, los de la resi, los de los viajes por el medio del cuatrimestre, saltándonos clases para coger aviones.

Mención especial a mi más acérrimo y mortal enemigo y, por lo tanto, mi novia. También ella se va, los aventureros es lo que tienen.

Disculpadme, pero os tendréis que dar por aludidos. He decidido no dar nombres propios porque luego siempre se olvida alguno y no os lo merecéis. Es por vosotros que hoy me ha apetecido resumir estos 6 años, de hacerlo enseñando los dientes como un crío la mañana de reyes. Por todo ello os doy las gracias con los ojos vidriosos y os digo adiós como lo que sois, amigos.

«Vámonos, a casa Roger, te haré un bizcocho de zanahorias»

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PD: El blog se acaba, pero yo sigo existiendo, ojo. A partir de ahora, me incorporo a mis colegas Javi y Vero en Ostia un Lobby! Como decía un tipo de la radio: Lo pasaremos bien, se lo garantizo.